jueves, 27 de octubre de 2011

"Una profesión de putas" de David Mamet

La mayor parte del adiestramiento para la actuación se basa en la vergüenza y la culpa. Si has estudiado actuación, sin duda te habrán pedido que hagas ejercicios que no comprendías, y cuando los hiciste mal, según sentenció tu profesor, te sometiste culpablemente a las... críticas. También te habrán pedido que hagas ejercicios que sí comprendías, pero cuya aplicación al oficio de actuar se te escapaba por completo, y te dio vergüenza pedir que te explicaran su utilidad. Mientras hacías estos ejercicios te parecía que todos a tu alrededor comprendían su propósito excepto tú, así que, sintiéndote culpable, aprendiste a fingir. Aprendiste a fingir «oler el café» en los ejercicios sensoriales. Aprendiste a fingir que el «ejercicio del espejo» era agotador y que, si lo hacías bien, contribuiría de algún modo a ponerte más a cono en el escenario. Aprendiste a fingir «oír la música con los dedos de los pies» y «utilizar el espacio». Mientras pasabas de una clase a la siguiente y de un profesor al siguiente ocurrieron dos cosas: puesto que eres humano, tu necesidad de creer acabó por imponerse. Te repugnaba creer que tus profesores eran unos farsantes, así que empezaste a creer que tú mismo eras un farsante. Este auto desprecio se convirtió en desprecio hacia todos aquellos que no compartían la orientación particular de tu escuela de aprendizaje. Aun manteniendo una apariencia exterior de estudio constante, empezaste a creer que no existía una técnica de actuación real y practicable, y ésta era la única creencia posible que los hechos respaldaban. Ahora bien, ¿cómo sé todas estas cosas acerca de ti? Las sé porque yo también las sufrí. Las sufrí durante un largo tiempo como estudiante de actuación y como actor. Las sufro de segunda mano como profesor de actuación, como director y como dramaturgo. Sé que eres aplicado y anhelante; que anhelas aprender, anhelas creer, anhelas encontrar la manera de llevar al escenario ese arte que percibes en tu interior. Estás legítimamente dispuesto a sacrificarte, y crees que el sacrificio que se te exige es tu sumisión a la voluntad de un profesor. Pero el sacrificio exigido es aún más exigente: debes seguir los dictados de tu sentido común. Estaría muy bien que hubiera muchos grandes profesores de actuación, pero no los hay. La mayor parte de los profesores, por desgracia, son unos farsantes, y para sobrevivir dependen de tu complicidad. Esto no sólo te priva de un adiestramiento adecuado, sino que también ahoga tu mayor don como artista: tu sentido de la verdad. Es este sentido de la verdad, junto con cierta sencillez y la sensación de maravilla y reverencia —cosas que tú ya posees— lo que ha de revitalizar el teatro. ¿Cómo lograrás trasladar eso al escenario? La respuesta a esta pregunta puede reducirse a una sencilla filosofía estoica: sé aquello que deseas parecer. Stanislavsky escribió que deberías «actuar bien o mal, pero actuar verdaderamente». No depende de ti que tu actuación sea brillante; lo único que está bajo tu control es tu intención. No depende de ti que tu carrera sea brillante; lo único que está bajo tu control es tu intención. Si pretendes manipular, lucirte, impresionar, puede que experimentes un sufrimiento moderado y triunfos placenteros. Si quieres seguir la verdad que percibes en tu interior—seguir tu sentido común y obligar a tu voluntad a que te sirva en la búsqueda de disciplina y sencillez— conocerás una profunda desesperación y soledad, y dudarás constantemente de ti mismo. Y, si perseveras, el Teatro, al que estás aprendiendo a servir, te recompensará, de vez en cuando, con el mayor alborozo que se puede conocer.

No dá.

Definitivamente, repito. Año del orto. Nada me sale bien. NADA. Siento que no me escuchan realmente, que nadie le importa como estoy, no por hacerme la emo. Pero a veces harta tirar un comentario y que otro por decirlo en voz alta se lleve los créditos, por ejemplo. Harta estar mal, vacía y que te dejen tirada en el piso o llorar y que nadie te dé pelota, los amigos que tuve siempre van a estar y aquellos que me dejaron de lado alguna vez, no van a regresar más, no me quieren bien, no quieren verme bien, no sé que mierda tengo que siempre me pasa lo mismo, siento que doy y que no recibo nada. O quizás no doy tanto para que me hagan sentir bien, estoy harta de las cosas, me dá impotencia saber que no van a cambiar y que pese a todo eso, dí oportunidades como una pelotuda, pensando que iban a cambiar y no cambiaron, por desgracia, (o no) quizás les gusta ser así de forritos y ver como la gente la pasa mal a su lado. Me harta volver a confiar en alguien que sigue hablando por atrás cosas de mí y que cuando me habla, está todo perfect. No dá viste. Yo les dí todo, les presté una oreja cuando la necesitaban y que te paguen así las cosas, no dá. Odio que mi mejor amiga esté mal por culpa de ustedes y no poder hacer nada desde acá también me da bronca, porque no es justo, no se mete con ustedes, hace las cosas y no les dá pelota, y vos, me das mucha bronca, parece que mientras más forro sos, más buena es la gente con vos, mas cosas te dan, más interés también, todo te llega de arriba solo por dar lástima, ¿Qué onda? y vos, cambiaste un montón, algo te cambió, mujer grande. No dá.

martes, 25 de octubre de 2011


Hay recuerdos que no voy a borrar... personas que no voy a olvidar, silencios que prefiero callar
Son dos, las caras de la luna son dos. Prefiero que sigamos mi amor presos de este sol.
Dejar, amar, llorar. 
El tiempo nos ayuda a olvidar. Allá, el tiempo que me lleva hacia allá, el tiempo es un efecto fugaz y hay, hay cosas que no voy a olvidar. La noche que dejaste de actuar, solo, para darme amor.
Y yo vi tu corazón brillante sobre el mic en una mano y ausente de las cosas pensaste en dejarlo y tirarlo junto a mi, hay secretos en el fondo del mar, personas que me quiero llevar, aromas que no quiero olvidar, silencios que prefiero callar, mientras vos jugás.

lunes, 24 de octubre de 2011

Qué bronca, loco, que bronca. Odio este año. Odio que se copien, odio soportar tantas cosas, los odio por ser tan caretas y chupaortos, odio que hablen de mí, que digan por ahi que me van a llamar y nunca me llaman, odio que de repente escuchen o hagan ciertas cosas que alguna vez nombré que me gusta hacer y que ahora lo hagan y lo tomen como propio, odiooooo tantas cosas. Odio que me tomen de boluda, ODIO QUE ME INTERRUMPAN CUANDO HABLO porque yo no lo hago, odio estar atrás de cierta gente que no me valora ni en pedo, odio enfermarme, odio que esperen que vaya sin una disculpa, odio que pienses tanto las cosas, odio que me copies, odio que te hayas enamorado de mi ex (trola de mierda) te odio, odio no saber que hacer el año que viene, odio terminar el año así, ODIO ODIOOOO, basta, me cansé. Año de mierda, terminá de una vez.

jueves, 6 de octubre de 2011

Hoy más que nunca pienso que nada es casualidad, todo, absolutamente TODO pasa por algo. De alguna forma atraés lo malo o bueno que te pasa. Muchas veces es injusto para la persona que le toca vivir eso. Porque podés hacer o tratar de hacer todas las cosas lo mejor posible y cuando menos te lo esperás, llega la tormenta menos deseada, con todo lo que conlleva eso. Y otras, podés ser un hijo de mil puta y aún así, te va bien, raramente, te va bien. Injustamente, te va bien. Eso me anda pasando últimamente. Observo las cosas que suceden a mi alrededor, trato de percibir lo que ocurre en un gesto, en una palabra de una persona cualquiera y creo conocer qué o cuál es su situación y sin preguntar, termina contandome que es lo que realmente le pasa (y casi siempre le doy en el blanco)
Me siento impotente cuando no puedo ayudar y creo perjudicar a alguien que quiero muchísimo, en vez de dar lo mejor de mí , saco todo lo peor, toda la miseria y la mierda acumulada de varios días, siento una bronca incontrolable y no entiendo porqué; es raro explicar lo que voy a decir a continuacion, porque es algo que se tiene que sentir para entenderlo, pero es que siento que algo se apodera de mí, algo que no entiendo muy bien de donde viene ni hacia donde va, (aunque siempre recae hacia el mismo lugar). Luego, como si no hubiera pasado nada, se va sin aviso, descaradamente, sin pedir perdón, se va humillado.

Tratando de entender qué carajo pasa.